Necesitamos de museos que unan tanto lo social, lo cultural y lo personal con la población, es decir, museos que promuevan el desarrollo comunitario, social y cultural. Para ello, la organización es quien debe de desarrollar las actuaciones pertinentes para llegar a tal fin y dejar a un lado "las exposiciones pasivas y privadas". Por ello, se necesita trabajar con la comunidad mediante la dinamización comunitaria, para que los museos sean considerados de toda la población.
Para ello, el museo debe de ser un agente patrimonial que fomente el desarrollo comunitario y la democracia cultural, donde promueva la participación partiendo de los intereses y necesidades de los propios ciudadanos. Esto debe ser de este modo para que aquellos ciudadanos que han sido excluidos de este servicio como son las personas con dificultades sociales o con conflictos, personas con diversidad funcional o cualquier otro colectivo, puedan ser el punto de mira hacia los que el museo debe dirigir su acción.
Por tanto, se necesita de museos activos e interactivos, que acojan tanto el ámbito de la educación formal, la educación no formal y la educación informal, donde atraigan a centros educativos o culturales, además de dirigirse a diversos colectivos como familia, menores, tercera edad, personas con diversidad funcional, adaptándose y siendo accesible a las necesidades específicas de cada uno de estos.
Y es aquí donde tanto el Educador Social como la Educadora Social, tienen un papel importante como mediadores activos, donde despierten inquietudes, sepan suavizar situaciones y sepan relacionar a la población con el museo. Todo ello, proporcionando aprendizajes participativos, activos y autónomos.