El teatro como una acción social, como una
herramienta que permite la transformación social, tanto a nivel colectivo como
a nivel individual. Un ámbito para expresar, reivindicar, reflexionar, crear, denunciar
situaciones injustas…
En los textos trabajados, vemos como a través
del teatro se elaboran diversidad de proyectos y modelos de acción social, que
permiten el empoderamiento de las personas, haciéndoles creer en sus
capacidades y dándoles la oportunidad de crear a través de actividades
artísticas. Estas actividades artísticas, que presentan un gran contenido
socio-educativo, favorecen la reinserción social, siendo un instrumento útil
para trabajar con colectivos vulnerables o en riesgo de exclusión social.
Estos modelos, utilizan diferentes palabras o
conceptos como la mediación artística, el arteterapia o el desarrollo cultural
comunitario, para transmitir una idea muy similar, utilizar el arte,
concretamente el teatro, para lograr la transformación.
Un aspecto común que podemos encontrar en los
diferentes modelos, es la importancia que cobra el proceso, mucho más allá del
resultado o producto que se obtiene. Por ello, el principal foco de atención se
da en cómo las personas durante el proceso presentan cambios que les permiten,
desarrollar su creatividad, aumentar su confianza, fomentar la escucha y la
comunicación, promover y favorecer la cohesión grupal a través de experiencias
compartidas, así como adquirir habilidades para la resolución de conflictos que
pueden surgir durante el proceso.
A su vez, estos modelos optan por una
metodología flexible, en la que las propias personas son las que fijan y marcan
el proceso, siendo participantes activos de su propio proceso, donde el
profesional adquiere un rol de acompañamiento, estableciéndose así, relaciones
de horizontalidad.
Así pues, con esta metodología, en el teatro,
el trabajo se plantea desde dos dimensiones, por una parte, como cambio
individual y personal, en el que la persona busca su propia transformación y
crecimiento, y por otra parte, como cambio colectivo y comunitario, a través de
la construcción de grupo, las relaciones, la comunicación, etc.
En este sentido, como educadores y educadoras
sociales tenemos la posibilidad de introducir el arte como un ámbito de
intervención, teniendo la posibilidad de realizar intervenciones
socio-educativas a través de actividades artísticas, dada la amplia variedad de
posibilidades que presentan en la acción social, siendo conscientes de que esto
requiere una formación.
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