Como ya sabemos, la animación sociocultural la entendemos como un
ámbito en el cual se puede intervenir para dar vida, crear y despertar
inquietudes, tomar conciencia de problemas, desarrollar acciones autónomas,
impulsar, motivar…todo ello para transformar a las personas y que sean ellas
mismas quienes se conviertan en agentes y protagonistas de su propio
desarrollo.
Para ello, el profesional debe de generar procesos de participación
mediante la comunicación a través de grupos y entre las personas de diferentes
colectivos, para así emprender procesos de desarrollo social. Se trata pues, de
generar convivencia, modos de relacionarse y de participar socialmente para
disfrutar del ocio y la cultura.
Y que mejor manera de consolidar todos estos aspectos para enseñárselos
a nuestros mayores, a participar activamente en el contexto en el que viven y a
potenciarles aquellas capacidades que tiene ocultas, generándoles confianza y
al mismo tiempo, hacerlos creadores de relaciones interpersonales y relaciones sociales.
Pero para ello, es preciso
de unos programas adaptados a las necesidades y características del grupo a
intervenir, y es aquí donde el profesional tiene un papel importante como apoyo
grupal, motivando, estimulando, organizando, creando…centrándose en promover la
participación y el compromiso personal, para que los seres humanos sean consientes
de la realidad de su entorno.
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